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    El profesor Eduardo D. P. De Robertis (1913-1988) ocupa un lugar destacado en la historia de la investigación científica y de la enseñanza de la biología celular. Su aporte más notable como investigador fue la identificación y el aislamiento de las vesículas sinápticas, lo cual abrió el camino para comprender los mecanismos básicos de la neurotransmisión.


    La dedicación a las tareas científicas no le impidió atender su vocación docente, plasmada principalmente en la creación de un texto que innovó la forma de enseñar la biología celular en el mundo entero. Así, en 1946, junto con el bioquímico Wiktor Nowinski y el genetista Francisco A. Saez, escribió un libro sobre la morfología y las funciones de la célula -estas últimas muy poco conocidas en aquel tiempo-, que fue de avanzada en comparación con los textos exclusivamente morfológicos que existían hasta ese momento. Se llamó Citología General, fue traducido a ocho idiomas y puede afirmarse que es el precursor de la forma moderna de la enseñanza de la materia. Las siguientes son algunas opiniones del autor, escogidas del prefacio de la primera edición: «En su aspecto morfológico la Citología moderna ha ido más allá de la simple descripción de las estructuras visibles al microscopio y, mediante la aplicación de nuevos métodos, ha comenzado el análisis de la organización submicroscópica, o sea de la arquitectura de las moléculas y micelas que componen la materia viviente. En su aspecto funcional, ha superado la etapa puramente descriptiva de los cambios fisiológicos para buscar su razón de ser en los procesos físico-químicos y metabólicos del protoplasma». Como se ve, desde el principio sustentó el concepto de que las formas y las funciones de las estructuras subcelulares son dos facetas de un mismo fenómeno y que ambas se integran a nivel molecular.


    El incesante progreso en el conocimiento de los mecanismos celulares obligó a modificar el título del libro en más de una oportunidad. A partir de 1965 pasó a denominarse Biología Celular. En la edición de 1980 -ya con el profesor De Robertis (h.) como coautor- adquirió el nombre de Biología Celular y Molecular. Después de la desaparición física de su creador, en la edición de 1996 decidimos que el nombre del profesor De Robertis quedara integrado al título del libro, y en la edición actual estimamos que sería más justo que lo precediera.

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    El profesor Eduardo D. P. De Robertis (1913-1988) ocupa un lugar destacado en la historia de la investigación científica y de la enseñanza de la biología celular. Su aporte más notable como investigador fue la identificación y el aislamiento de las vesículas sinápticas, lo cual abrió el camino para comprender los mecanismos básicos de la neurotransmisión.


    La dedicación a las tareas científicas no le impidió atender su vocación docente, plasmada principalmente en la creación de un texto que innovó la forma de enseñar la biología celular en el mundo entero. Así, en 1946, junto con el bioquímico Wiktor Nowinski y el genetista Francisco A. Saez, escribió un libro sobre la morfología y las funciones de la célula -estas últimas muy poco conocidas en aquel tiempo-, que fue de avanzada en comparación con los textos exclusivamente morfológicos que existían hasta ese momento. Se llamó Citología General, fue traducido a ocho idiomas y puede afirmarse que es el precursor de la forma moderna de la enseñanza de la materia. Las siguientes son algunas opiniones del autor, escogidas del prefacio de la primera edición: «En su aspecto morfológico la Citología moderna ha ido más allá de la simple descripción de las estructuras visibles al microscopio y, mediante la aplicación de nuevos métodos, ha comenzado el análisis de la organización submicroscópica, o sea de la arquitectura de las moléculas y micelas que componen la materia viviente. En su aspecto funcional, ha superado la etapa puramente descriptiva de los cambios fisiológicos para buscar su razón de ser en los procesos físico-químicos y metabólicos del protoplasma». Como se ve, desde el principio sustentó el concepto de que las formas y las funciones de las estructuras subcelulares son dos facetas de un mismo fenómeno y que ambas se integran a nivel molecular.


    El incesante progreso en el conocimiento de los mecanismos celulares obligó a modificar el título del libro en más de una oportunidad. A partir de 1965 pasó a denominarse Biología Celular. En la edición de 1980 -ya con el profesor De Robertis (h.) como coautor- adquirió el nombre de Biología Celular y Molecular. Después de la desaparición física de su creador, en la edición de 1996 decidimos que el nombre del profesor De Robertis quedara integrado al título del libro, y en la edición actual estimamos que sería más justo que lo precediera.

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